Factores climáticos y ambientales determinantes de las alergias

Factores climáticos

Cambios climáticos

El número de personas con alergia va en aumento. Según estimaciones, para el 2015 más de la mitad de la población la padecerá. Según un reciente congreso internacional, será la epidemia no infecciosa del siglo XXI. Congestión en la nariz y en los ojos, tos y estornudos son algunas de las manifestaciones de este problema que afecta a un tercio de la población mundial y que alcanzaría al 50 – 60% en el 2015. ¿Cómo se relaciona este fenómeno con el clima?
El clima tendría parte de la culpa de este fenómeno. En algunas épocas tienden a expandirse la vegetación, los microorganismos… y los alérgenos, sustancias como el polen o los ácaros que desencadenan alergias. Este fue uno de los temas centrales del Congreso Anual de la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología (AAAAI), uno de los más importantes de la especialidad, que se realizó en marzo de 2010 en Nueva Orleáns, Estados Unidos.
“Las alergias no están determinadas por el mes del calendario, sino por el cambio estacional.  Suelen agudizarse en otoño y primavera, pero ahora las vemos con anticipación en verano: el cambio brusco de temperatura hace que tengamos más pacientes que lo habitual”, señaló el Dr. Gustavo Marino, jefe del Servicio de Alergia e Inmunología del Hospital Universitario (HUA).
“Vemos cada vez más pacientes alérgicos y cuadros más complicados”, observó el Dr. Ricardo Zwiener, colega del Dr. Marino en el HUA. “Percibimos más cuadros de anafilaxia: una reacción alérgica desmedida y sistemática que pone en riesgo al paciente. Comienza con ronchas o picazón y sigue con dificultad para respirar o desmayos. Es importante concurrir inmediatamente a urgencias si sucede”, dijo el Dr. Marino.
Ambos profesionales del HUA participaron en el encuentro. “Se habló de cómo el aumento de la temperatura y los cambios en los patrones de las lluvias modifican la calidad del aire y, por esto, los aéro-alérgenos, fundamentalmente el polen, con temporadas de polinización más largas”, explicó el Dr. Zwiener.

Humedad

Los cambios bruscos de temperatura agravan los casos de alergia. Por un lado, la repentina llegada del frío “causa más episodios de rinitis y asma”, contó el Dr. Marino. Por otro lado, explicó que en marzo es normal que aumente el número de pacientes con alergia a los ácaros,  porque crece su cantidad en el ambiente debido a la humedad y a que las casas comienzan a ventilarse menos y a cerrarse más.
“Vemos cómo muchos niños, que hasta los 7 años tienen alergia casi exclusivamente a los ácaros, mejoran en enero y febrero, y empeoran en marzo”, dijo el experto. La humedad ambiental estimula la reproducción de los hongos y de los ácaros, cuyo cuerpo está constituido por un 90% de agua.
De hecho, un estudio realizado hace algunos años por el Dr. Marino y un equipo de médicos del HUA demostró que donde el clima es seco, no hay contaminación de ácaros, mientras que sí se observa donde el ambiente es húmedo y caluroso. Muchos de los alérgenos provienen de las plantas, con lo cual en un clima donde la vegetación es abundante, la cantidad de alérgenos en el aire será mayor.

Viento

Levanta polvillo y arrastra pólenes y hongos, lo cual aumenta las reacciones alérgicas. El polen que transporta afecta la nariz, los ojos y los pulmones. Las personas que padecen rinitis o “fiebre del heno” –reacción alérgica al polen– son las que más sufren cuando el clima es seco y ventoso.

Lluvia

La lluvia fuerte puede calmar a algunos alérgicos porque reduce el polen en el aire. Por otra parte, la humedad dispara el crecimiento del pasto y la maleza, lo cual se traduce en un posterior aumento del polen. Un otoño lluvioso puede resultar en una primavera con más recuento de polen en el aire.

Frío

Los primeros días de frío pueden traer problemas a algunas personas con asma o eczema. Un descenso brusco de la temperatura puede provocar ataques de asma, mientas que el clima frío y seco suele empeorar el eczema atópico (dermatitis atópica). Temperaturas cambiantes también pueden causar urticaria. Por otra parte, una helada a fines de un invierno templado reduce la producción de polen de los árboles.

Calor

Un invierno templado puede provocar un adelantamiento de la polinización de las plantas y, por ende, de las alergias. El clima cálido de la primavera también incrementa el polen en el aire. Además, si en el invierno no hace mucho frío, las personas alérgicas al moho sufrirán más de su condición: la combinación de temperaturas templadas más lluvia aumentan el número de esporas de moho en el aire. Finalmente, un aumento brusco de la temperatura suele ser causa de ataques de asma.

Contaminantes ambientales

Agregó que esto, sumado a la presencia de contaminantes ambientales, sobre todo de dióxido de carbono, resultan en más casos de rinitis, conjuntivitis y asma. Esto sucede ya que tanto los alérgenos como la polución inflaman y dañan las vías aéreas respiratorias, causando un aumento de la prevalencia y severidad de las enfermedades anteriores.
“Este cambio climático del que somos testigos es un problema real que genera cada vez más pacientes alérgicos en la población general, con un importante impacto en la calidad de vida. Una de las conclusiones del Congreso es que la alergia comenzó a considerarse la epidemia no infecciosa del siglo XXI”, comentó el Dr. Zwiener.

Smog

Se ha demostrado que la polución ambiental empeora los cuadros alérgicos y el asma. Investigaciones recientes revelaron que los efectos de la polución no se perciben sino hasta uno o dos días después. Algunos científicos piensan que exponerse a los gases del escape de diesel puede aumentar la sensibilidad de una persona hacia el polen o los ácaros.

El ozono en la eliminación de alergias

La utilización del ozono durante el tiempo de limpieza y acondicionamiento, por ejemplo de una habitación, es suficiente para eliminar ácaros y alergias. El ozono elimina los contaminantes microscópicos y penetra en las bacterias y agentes alérgicos a través de las paredes celulares, permitiendo su destrucción. Estos aparatos producen iones que hacen que las pequeñas partículas de polvo y humo formen “racimos” dejando limpio el aire de la habitación.
También el ozono destruye el ADN de los microorganismos, causando la muerte de la célula y haciendo imposible su reproducción.