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NOTAS PARA UN ANÁLISIS MARXISTA DE LA CRISIS ...
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NOTAS PARA UN ANÁLISIS MARXISTA DE LA CRISIS GRIEGA. Rolando Astarita. Julio 2010. Actualmente las explicaciones más comunes de la crisis griega ...
Rebelion. Notas para un análisis marxista de la crisis griega
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13 jul. 2010 - Actualmente las explicaciones más comunes de la crisis griega son de dos tipos. Por un lado, la que sostiene que la crisis se debió al mal ...
Grecia: El Marxismo errático de Varoufakis no es la solución ...
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Hay trocitos de 'marxismo' es su análisis, de textos de economía marxista por .... Sin embargo el comienzo de la crisis griega, europea y mundial cambió todo ...
¡Marx tenía razón! - Lucha de Clases
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29 nov. 2011 - La predicción de Marx de una crisis de sobreproducción había sido ... Lacrisis griega que ahora amenaza con arrastrar al conjunto de Europa, ...
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La crisis griega se está acercando a un desenlace. ... esta obra es, sin duda, el mejoranálisis marxista que se ha escrito sobre la II República, la guerra civil y la ...
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Repunte de riesgos por la crisis griega; derrumba los ...
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Situación prerrevolucionaria en Grecia - Un análisis marxista
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BELLACHAO: GRECIA , NO HAY CAPITALISMO AMIGO.
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opiniones particulares: análisis
NOTAS PARA UN
ANÁLISIS MARXISTA DE LA CRISIS GRIEGA
Rolando Astarita
Julio 2010
Actualmente las explicaciones más comunes de la crisis
griega son de dos tipos. Por un lado, la que sostiene que la crisis se debió al
mal manejo y el despilfarro del gobierno griego. Por otra parte, la que echa la
culpa de la crisis a los especuladores y/o los bancos. La primera es defendida
principalmente por los sectores más afines a la ortodoxia neoclásica. La
segunda, más extendida, la plantean los gobiernos europeos (y de otros países,
como Argentina); la Comisión Europea de Finanzas y otros organismos; y buena
parte del progresismo y la izquierda (véase, por ejemplo, el artículo de
Ricardo Aroskind en el suplemento Cash
de Página 12, del 28/03/10; también
artículos de Le Monde Diplomatique, junio
2010).
Parece haber bastantes evidencias de que las malas políticas
del gobierno griego, como la acción de los bancos y los especuladores han
tenido su debida influencia en la crisis griega. Por ejemplo, siendo Grecia uno
de los países más pobres de Europa, es el que más invierte, en relación a su
PNB, en gastos militares, que son completamente improductivos.[1] Sin
embargo, con todo lo importante que puedan ser estos factores, pensamos que la
crisis griega obedece a causas más profundas. En primer lugar, porque está
relacionada con la crisis mundial de acumulación capitalista. Y en segundo
término, con la forma en que el capitalismo griego se ha insertado en la
economía mundial –en particular a partir de la adopción del euro–, y su
posición competitiva con respecto a otros capitales. El endeudamiento estatal,
la caída de los precios de los activos financieros y la especulación, se
explican a partir de contradicciones “estructurales”.
Nuestra idea de partida es que en el mercado mundial siempre
se están comparando productividades relativas, tiempos de trabajo y grados de
explotación del trabajo. Los capitales entablan luchas competitivas en las
cuales sobreviven los más fuertes, esto es, los que desarrollan tecnologías y
métodos de producción más avanzados, y/o los que tienen éxito en aumentar la
explotación de la clase trabajadora, por sobre sus competidores. Es en este sentido
que los tipos de cambio –que conectan los espacios de valor entre sí, y con el
mercado mundial– juegan un rol imposible de exagerar. Como hemos planteado en
otros trabajos, con la teoría del valor de Marx se puede explicar fácilmente
por qué los países en que predominan capitales con baja productividad relativa,
tienen una tendencia a establecer tipos de cambio real altos (o sea, moneda
depreciada en términos reales). Es la forma de compensar, por lo menos
parcialmente, la desventaja tecnológica. Desventaja tecnológica significa que
los tiempos de trabajo no alcanzan el tiempo de trabajo promedio que impera en la
producción de determinada mercancía. Pero esta compensación opera a través de salarios
deprimidos en términos de la moneda internacional y al costo de encarecer
la importación de tecnología y equipos.
En el caso de Grecia el tipo de cambio real (esto es, el
euro y el nivel de precios y salarios griego en relación a sus competidores) no
estaba avalado por el nivel de productividad del capitalismo griego. En ese
marco, el estallido de la crisis mundial aceleró y terminó de “dinamitar” los
términos en que se había producido la inserción de la economía griega en la
economía mundial. La crisis financiera se despliega sobre esta base,
agravando las cosas. Para entender este proceso, hay que partir entonces de
las condiciones “estructurales” del capitalismo griego que rodean la adopción
del euro y el crecimiento de los últimos años. Pero antes, permítanme recordar
la centralidad de la competencia, y su significado, desde el punto de vista de
la teoría de Marx.
El significado de la
competencia a nivel mundial
Marx ha dicho que los economistas burgueses se la pasan
hablando de la competencia, pero no comprenden su significado. La cuestión es
central, porque la ley del valor trabajo sólo opera a través de la competencia.
Y es a través de la competencia que se imponen las leyes de la acumulación
capitalista, y se despliegan y profundizan sus tendencias. Esto se debe a que
la competencia actúa como un látigo que obliga a cada capitalista a ir al fondo
en la extracción de plusvalía. En palabras de Marx, es a través de la
competencia que “se pone como necesidad exterior para el capital lo que
corresponde a la naturaleza del capital” (Marx, 1989, t. 2, p. 168). Es que la
competencia “impone a cada capitalista individual, como leyes coercitivas
externas, las leyes inmanentes del modo de producción capitalista. Lo constriñe
a expandir continuamente su capital para preservarlo, y no es posible
expandirlo sino por medio de la acumulación progresiva” (Marx, 1999, t. 1, pp.
731-732).
Al competir en el mercado mundial, lo que se está haciendo
es comparar tiempos de trabajo empleados en los diferentes espacios nacionales.
Los capitales que no son competitivos son “sancionados”, en el sentido que
parte de los tiempos de trabajo empleados no son validados como generadores de
valor. Y durante las crisis –esas verdaderas revoluciones de valor, de las que
hablaba Marx– esa coerción competitiva opera de forma potenciada. Por eso la
competitividad, esto es, la comparación de tiempos de trabajo y de tasas de
explotación del trabajo, está en el corazón de las contradicciones que llevan a
la crisis de la economía griega.
Débil productividad y
apreciación cambiaria
Cuando Grecia adoptó, en 2002, el euro como moneda, los
niveles de productividad de su economía eran aproximadamente un 88% de la
productividad promedio de la Unión Europea; y desde entonces la competitividad
se estuvo debilitando. Es que a partir de 2002 hubo una cierta euforia
inversora, y entrada de capitales, destinados al crédito para el consumo de
hogares y también a financiar la obra pública. Esto impulsó al alza los precios
y salarios, junto al crecimiento de la economía. Entre 2000 y 2007 el PNB real
griego aumentó a un promedio del 4,2% anual. Los 16 países del área del euro en
ese mismo lapso de tiempo crecieron a una tasa del 2,15% anual. Por su parte
los precios en Grecia aumentaron a un promedio del 3,5% anual entre 2002 y
2008; mientras que la media europea fue del 2,3%.
Debido a que el euro era ahora la moneda griega, la suba de
los precios internos por encima de los precios europeos implicó una apreciación
en términos reales del tipo de cambio para Grecia. Pero a esto se sumó la
fuerte presión competitiva del capital alemán. Es que para Alemania la adopción
del euro significó una devaluación cambiaria, en relación al antiguo marco. En
2009 la Comisión Europea consideraba que en 2009 el euro estaba devaluado entre
un 10 y 12%, en términos reales. Debe tenerse en cuenta que, además de la mayor
productividad, el capitalismo alemán se benefició de la explotación del trabajo
en el Centro y Este de Europa, y en los territorios de la ex URSS. Por ejemplo,
en 2005 – 2007 el 13% de la IED alemana iba a Europa del Centro y del Este. Las
empresas que se instalaban en estos países pagaban, en promedio, el 16,5% del
salario que lo que pagaban en Alemania; siendo la productividad aproximadamente
un 60% de la que hay en Alemania, el costo laboral en esos países era, en
promedio, el 72,4% del costo en Alemania (Marin, 2009). Esto puso presión, a su
vez, sobre los trabajadores alemanes; los salarios en Alemania estuvieron
contenidos, a la par que aumentaba la productividad industrial. El resultado
fueron altos excedentes alemanes en cuenta corriente, que llegaron a casi el 8%
del PNB, y hoy rondan el 5,5%.
De manera que el capitalismo griego tuvo una presión cada
vez mayor. Los salarios de los trabajadores griegos eran menores que los
salarios en Alemania. En 2006 la paga horaria promedio en Grecia era un 44% de
la paga en Alemania (y el poder de compra real un 72% del que tenía el obrero
alemán). El salario mínimo es uno de los más bajos de Europa; en 2004 era de €
560 (contra € 1286 en Francia o €1265 en Países Bajos), y representaba el 47%
del promedio nacional. Pero aun siendo bajos estos salarios, no podían competir
con los salarios aún más bajos del Este y Centro de Europa, o de otros países
atrasados.
Los trabajadores griegos en promedio también trabajaban más
horas que sus pares europeos (2152 horas promedio por año, contra 1430 en
Alemania y 1544 en Francia, dato OECD, 2008); y el costo de vida era similar al
de Alemania. En una palabra, estaban muy
explotados, sin que esto impidiera que la economía fuera menos productiva.
Frente a esto, la “receta” del FMI y otros será, para salir de la crisis,
aumentar aún más la explotación, para hacer al capital “competitivo”.
Por otra parte, la inversión pública se dirigió a obras de
infraestructura que no afectaban directamente la productividad en los sectores
de bienes transables. Por ejemplo, una parte importante se volcó a obras para
los Juegos Olímpicos de 2004, como la construcción del aeropuerto de Atenas. Y
la inversión extranjera directa, destinada a plantas y equipos, se mantuvo muy
baja. El promedio anual de la incidencia de la IED en la formación de capital
fijo bruto en Grecia, entre 2003 y 2005 fue de apenas del 2,7% (contra más del
50% en Bélgica, por ejemplo).
Con este panorama, no es de extrañar que en 2006 un trabajo
de economistas del FMI calculara que, desde la adopción del euro, la
apreciación cambiaria de Grecia era del 17%. En promedio, entre 2000 y 2006 los
costos laborales habían aumentado al 2,4% anual, contra el 0,3% en el área del
euro; y la productividad había aumentado 1,8%, contra 2,6% en el promedio en el
área del euro (Gagales et al., 2006).
En consecuencia los exportadores griegos estaban perdiendo terreno en los
mercados externos en los rubros de alimentos, minerales, combustibles, materias
primas, textiles y metales; lo que no era compensado por los aumentos en
químicos y equipos de transporte. En términos absolutos las exportaciones
aumentaban, pero esto se debía a la expansión del mercado mundial, y no al
aumento de la competitividad.
En 2008 otro trabajo de economistas del FMI calculaba que
desde la entrada al euro el tipo de cambio griego se había apreciado, según el
índice de precios al consumidor, un 10%; y según los costos laborales
unitarios, la pérdida de competitividad cambiaria había sido del 17%, en
relación a los socios comerciales europeos (Honjo y Chua, 2008). En relación a
la competencia asiática y de otros países atrasados los autores calculaban una apreciación
cambiaria acumulativa del 30%, según los costos laborales. Estos datos son
corroborados por las estadísticas de productividad de la OECD. En 2008, y con
un índice EUA = 100, el producto por hora trabajada en Grecia era de apenas el
58% del de EUA (el de Alemania era el 91,4 y el de Francia el 96,2).
Por otra parte, a pesar de que en términos relativos había
mejorado la participación de las exportaciones de productos con tecnología
media y alta en el total de exportaciones, la participación de las
exportaciones de bajo valor agregado (intensivas en mano de obra) seguían
siendo un componente esencial del total de las exportaciones. Lo cual
constituía otra muestra de la debilidad estructural de la inserción griega en
el mercado mundial, a través del euro.
Déficit en cuenta
corriente y boom de crédito
A partir de lo anterior se comprende el enorme déficit en la
cuenta corriente de Grecia a lo largo de los 2000s:
Déficit griego en
cuenta corriente, como porcentaje del PNB
Año
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
Deficit / PNB
|
–6,5
|
–6,5
|
–5,8
|
–7,5
|
–11,3
|
–14,4
|
–14,6
|
–11,6
|
Para tener un punto de comparación, piénsese que en 2001 el
déficit de Argentina era inferior al 2% del PNB; y que al estallido de las
crisis mexicana de 1994, o tailandesa de 1997, el déficit rondaba el 5% del
PNB.
Por otra parte es llamativo que el déficit de cuenta
corriente se haya mantenido muy elevado en los años de recesión; alcanza su
máximo en 2008.
Este déficit fue financiado en parte con transferencias de
la Unión Europea, pero esencialmente con entrada de capitales. La mayoría de
estos capitales fueron a comprar bonos del gobierno, y otra parte fue al
sistema bancario, donde impulsó el crédito al consumo. Si bien la relación
entre crédito al sector privado y PNB en 2005 era del 60%, lo que constituía un
nivel relativamente bajo, su tasa de crecimiento fue muy alta, porque se partía
de niveles muy bajos. En la década de 1990 el aumento del crédito había sido
impulsado por la liberalización financiera y la eliminación de controles cambiarios.
Después de la adopción del euro, por las tasas de interés extremadamente bajas
(negativas durante buena parte de los 2000). Esto explica que en los diez años
anteriores a 2005 el crédito al consumo del sector privado había estado
subiendo a una tasa promedio anual del 14,5%; el endeudamiento de los hogares
había pasado del 14% del PNB en 2001, al 29% en 2005. Una parte de este
endeudamiento se debió al crecimiento del crédito hipotecario. De nuevo, era un
nivel bajo en relación a otros países atrasados, pero dada su dinámica,
alimentaba el boom; que, como vimos, impulsaba la apreciación cambiaria. Los
créditos a las empresas, por el contrario, no fueron importantes. En términos
globales, aumentó la inversión residencial y la productividad en el sector
servicios; pero no lo hizo, como vimos, en los sectores productores de bienes
transables.
Deuda creciente
Estaban dados entonces todos los elementos para que la deuda
externa griega creciera a una alta tasa. En el cuarto trimestre de 2005 la
deuda pública griega era de € 145.230 millones; en el cuarto trimestre de 2009
había pasado a € 214.703 millones. La deuda de las instituciones financieras,
en el mismo lapso, había crecido desde € 52.499 millones a € 112.861 millones.
La deuda total griega, siempre entre fines de 2005 y fines de 2009, pasó de €
269.996 millones, a € 403.780 millones (Bank of Greece). .
La deuda pública griega fue financiada por bancos europeos,
principalmente alemanes y franceses, y también por bancos griegos. En 2010 los
bancos alemanes tenían una exposición de US$ 45.000 millones en Grecia; los
franceses de US$ 75.000 millones; y los ingleses de US$ 15.000 millones (Wall Street Journals Americas,
18/06/10). Pero también los bancos griegos habían prestado fuertemente al
gobierno. Además de las trampas que hizo el gobierno griego para ocultar el
verdadero estado de sus cuentas fiscales, hubo una “bicicleta” financiera que
impulsó el que continuara la espiral de
endeudamiento. La misma fue facilitada por el sistema de emisión del Banco
Central de Europa. Es que los bancos europeos pueden tomar prestado del BCE si
proveen el colateral correspondiente. Este colateral debe estar constituido por
bonos de gobierno con alta calificación, y títulos similares. De manera que los
bancos griegos, u otros, compraban bonos gubernamentales griegos –en los 2000
pagaban una tasa un poco mayor que la alemana–, los entregaban como colateral
al BCE para financiarse a un costo muy bajo, y se quedaban con una buena
diferencia. El gobierno griego, a su vez, tenía una buena excusa para seguir
endeudándose.
La crisis mundial y
la economía griega
El andamiaje se precipitaría con el inicio de la crisis
mundial. A los problemas estructurales que hemos apuntado, se sumó el freno en
la entrada de capitales, y los efectos de la crisis en dos sectores claves, la
industria del transporte naval (ITN) y el turismo. Ubiquemos brevemente los
hechos en su contexto.
La ITN es muy importante en la economía griega. Los
armadores griegos poseen la flota más grande del mundo; la flota griega
representa el 16% de la capacidad naviera mundial. En los 2000s, hasta el
estallido de la crisis, los capitales griegos que operan en la ITN tuvieron una
situación boyante, acompañando la expansión del comercio mundial. En términos
globales, en 2005 los ingresos provenientes de la ITN eran de € 13.900
millones, superiores a los del turismo; se trataba del mayor ingreso de Grecia
por invisibles.
Empujados por las presiones de la competencia, y por el
aumento de la demanda, entre 2000 y 2006 los griegos invirtieron fuertemente en
la renovación de la flota, para lo cual contrajeron fuertes deudas con bancos
europeos. En el resto de la industria también se estaba invirtiendo –por
ejemplo armadores alemanes o asiáticos– de manera que ya en 2006 asomaba el
espectro de la sobrecapacidad. Sin embargo, en la medida en que los precios de
los fletes seguían altos, muchos barcos, ya viejos tecnológicamente,
continuaban en operación, y la industria mantenía las inversiones. De manera
que ya antes del estallido de la crisis había sobrecapacidad. En 2008 se
esperaba que en los siguientes cuatro años unos 6000 nuevos barcos (petroleros,
transportadores de containers y de carga seca) entraran en servicio a nivel
mundial, el equivalente al 60% de la flota de ese momento (Der Spiegel,
24/3/10).
Por eso con el estallido de la crisis mundial se pasó a una
situación de sobreoferta generalizada, caída de precios de los fletes y
desvalorización de los capitales invertidos. En particular, los armadores que
habían comprado en el pico de la euforia, entre 2006 y 2007, experimentaron
fuertes caídas en sus ganancias, o pérdidas. Ya a fines de 2008 la situación
era grave; la primera caída generalizada de los títulos de la deuda griega, que
se produjo en octubre de ese año, tuvo como raíz la desconfianza que provocaba
en el sistema financiero las deudas de los armadores griegos, y la repercusión
en la economía de la caída de la actividad. Puede verse aquí con claridad que
las crisis financieras profundas por lo general están vinculadas a los
problemas de acumulación, y a las contradicciones esenciales de las economías
capitalistas.
En 2009 la situación se agravó; el comercio mundial cayó el
12,2% (OMC), y los precios se hundieron. A mediados de 2009 tarifas de carga
seca que en el verano de 2008 superaban los US$ 300.000, rondaban ahora los US$
10.000. Algo similar ocurría con los buques tanques y el transporte de
containers. A comienzos de 2010, y a pesar de una recuperación del comercio
mundial (el Banco Mundial pronostica un crecimiento del comercio del 4%),
continuaba la sobrecapacidad, y las tarifas se mantenían en aproximadamente el
15% de los niveles que habían alcanzado en 2008.
Pero la crisis mundial no solo afectó de lleno a la ITN
griega, sino también al turismo, que constituye su principal actividad
(representa aproximadamente el 18% del PNB; uno de cada cinco empleos depende
del turismo), y es una fuente fundamental de ingresos. Ya antes de la crisis
Grecia sufría la competencia de otros destinos, como Turquía, y otros lugares
que eran más baratos, dada la apreciación del euro. Sin embargo es con la
crisis mundial que la situación se tornó extremadamente difícil. En 2009 los
ingresos por turismo habrían bajado un 20% (Institute for Tourist Research and
Forecast), y a comienzos de 2010 la crisis continuaba, provocando una intensa desvalorización de las inversiones, y quiebras.
En marzo de este año se reportaban unos 400 hoteles en venta.
De conjunto, la economía griega se contrajo un 2,5% en 2009,
y caería un 4,6% en 2010. La producción industrial en abril de 2010 había caído
un 5,1% con respecto a igual mes de 2009. El déficit público supera el 10%; y
la desocupación alcanza (marzo de 2010) el 11,6%.
La crisis financiera
Estos factores entonces subyacen a la crisis griega, y
explican por qué, a pesar de la recesión, el déficit de cuenta corriente siguió
alto en medio de la recesión, y la deuda continuó creciendo. Lo importante es
comprender que la especulación financiera actúa sobre este telón de fondo. La
crisis no se debe solo, ni principalmente, a los banqueros y los especuladores.
Quedarse en esto es quedarse en la superficie de la cuestión. Las crisis
financieras y bancarias se vinculan a los problemas que enfrenta la generación
y realización de plusvalía, y la valorización de los capitales. Al caer la realización
de la plusvalía, los bancos encuentran difícil recuperar los préstamos, y cunde
la desconfianza. Lo mismo sucede con la capacidad del gobierno para colocar
deuda. Los inversores exigen cada vez más tasa para seguir prestando. A esto se
puede sumar la especulación con los bonos griegos, y con los CDS (credit default swap, de hecho son
seguros contra el default). Por ejemplo, los especuladores operan “en corto”,
lo que significa que alquilan bonos para vender en los mercados, con la
esperanza de recomprarlos luego más baratos. Estas sobreventas de bonos
deprimen aún más los precios, elevando las tasas de interés que debe pagar el
gobierno. Pero la especulación profundiza la tendencia, no la crea por sí
misma. Por eso el actuar sobre estas operaciones (por ejemplo, prohibir las
operaciones cortas) no solucionan ningún problema de fondo. Apenas pueden
suavizar las oscilaciones. Las contradicciones emanan de las relaciones
capitalistas de producción, que abarcan todas las formas del capital (productivo,
mercantil, dinerario).
Pero si bien la crisis no tiene por origen a la esfera de
las finanzas, la especulación financiera y la crisis bancaria que acompañan a
la crisis, reactúan agravando la crisis. En junio de 2010 el gobierno griego
está pagando casi 7 puntos más que Alemania por tomar deuda a 10 años. A
mediano plazo esta tasa es insostenible. Lo cual pone en peligro a muchos
bancos europeos, con alta exposición a la deuda griega, como hemos visto.
Además, si bien los bancos griegos entraron a la crisis con
una alta capitalización, están sufriendo por las rebajas en la valuación de sus
activos y por créditos que no se están recuperando; lo que pone presión sobre
la liquidez, y aumenta el costo del fondeo. A esto se suma que a comienzos de
2010 fueron sacudidos por una ola de fuga de capitales, generada por ciudadanos
ricos y corporaciones. Entre enero y febrero habrían salido unos € 7500
millones de depósitos, con destino principalmente a Suiza, Gran Bretaña y
Chipre. Pero también sufren las inversiones de los bancos griegos en Rumania,
Bulgaria, Serbia y Macedonia, la zona de influencia griega.[2] En la
medida en que la crisis mundial afecta a estos países, también habrá
repercusiones sobre los activos de los bancos griegos comprometidos en la
región.
La carrera por aumentar la explotación
La salida que hoy está intentando el gobierno griego, con el
apoyo del FMI y los grandes poderes, es por vía deflacionaria y ajuste fiscal. Se
debate es cómo aumentar la explotación de la fuerza de trabajo para hacer
competitivo al capital griego. Paul Krugman y otros economistas establecidos lo
dicen con todas las letras: hay que bajar los salarios. Algunos cálculos dicen
que el salario debería caer entre un 20 y 30%.
Esto significa también bajar las prestaciones sociales,
aumentar la edad de retiro, disminuir los gastos sociales. Lo cual amenaza con
agravar la crisis, en la medida en que la restricción del gasto agudiza la
caída de la demanda, y por lo tanto la caída de la producción y de los
ingresos. Esto, a su vez, promete mantener o incluso agravar los problemas para
hacer frente a la deuda. Otra alternativa sería que Grecia saliera del euro, y
volviera a su propia moneda. En este caso tendríamos una “solución” al estilo
Argentina 2002, de devaluación, caída de los salarios, y aumento de la
explotación por vía de la inflación. O realizar un default capitalista de la
deuda griega que, de todas maneras, no salvará a los trabajadores de penurias,
de la desocupación y la presión del capital. Nunca el capitalismo salió de sus
crisis mejorando, o siquiera manteniendo, los niveles de vida y las condiciones
de trabajo de los asalariados. Grecia no es la excepción. Las manifestaciones,
las huelgas y luchas que se desarrollaron a partir del estallido de la crisis
apuntan al único camino posible para el pueblo griego frente a los planes de
ajuste y mayor explotación del capital y su Estado.
Por último, y a modo de conclusión de estas notas,
queremos enfatizar la necesidad de realizar análisis que tomen en cuenta los
problemas que podríamos llamar “estructurales” de la acumulación, a nivel del
mercado interno y del mercado mundial, y cómo los mismos se combinan, con las
crisis financieras y bancarias.
Bibliografía
Gagales, A.; M. Rossi y M. Moreno Badia (2006): Greece. Selected Issues, IMF.
Honjo, K. y
D. Chua (2008): Greece, Selected Issues,
IMF.
Marin, D.
(2009): “The Opening Up of Eastern Europe at 20- Jobs, Skills and ‘Reverse
Maquiladoras” in Austria and Germany”, Discussion Paper, University of Munich
and Bruegel.
Marx, K. (1999): El Capital, Madrid, Siglo XXI, 3 t.
Marx, K. (1989): Elementos
fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858,
México, Siglo XXI, 3 t.
[1] En 2009 Grecia dedicaba a
gastos militares unos US$ 14.000 millones, un monto equivalente al 3,6% de su
PNB.
[2] Las empresas griegas de
conjunto llevan invertidos, hasta 2010, unos €12.000 millones en la zona; los
bancos griegos poseen el 15% de los activos del sistema bancario en esos
países, y en el caso de Bulgaria alcanzan al 35% del mercado.
Grecia, la eurozona y la crisis mundial |
Euclides Tsakalotos · Christos Laskos · · · · |
19/07/15 |
La crisis griega no es un caso particular en el paradigma de una crisis más general del orden de cosas político y económico neoliberal. Un fragmento de Crucible of resistance. Greece, the Eurozone and the World Economic Crisis [Crisol de resistencia. Grecia, la eurozona y la crisis económica mundial] de Efklidis Tsakalotos y Christos Laskos (PlutoPress, 2013) muestra el análisis del sucesor de Yanis Varoufakis en la cartera de Economía del gobierno griego.
Este libro propone cuatro tesis interrelacionadas acerca de la naturaleza de la crisis griega y el vínculo que ésta tiene con la crisis económica global. Nuestra tesis principal es que la crisis griega no debe considerarse un caso particular en absoluto. Por el contrario, constituye el paradigma de una crisis más general del orden de cosas político y economico neoliberal. En este sentido, no sólo es necesario comprender los orígenes de la crisis económica global sino entender también por qué la estructura económica e institucional de la eurozona se ha revelado inadecuada para afrontar los efectos de la crisis que estalló en 2008.
Las políticas de austeridad que han dominado la escena desde la llegada de la crisis han reforzado el planeamiento neoliberal de la economía y de la sociedad. El espacio para responder a las demandas procedentes de las capas más desfavorecidas de la sociedad se ha ido reduciendo de modo dramático, también respecto al periodo anterior a la crisis, caracterizado de todos modos por la hegemonía neoliberal. Dicho agarrotamiento ha coincidido con una separación cada vez mayor entre las élites y la realidad social o, alternativamente, con una creciente incapacidad de las mismas élites a la hora de recibir propuestas de solución a los problemas que vengan de fuera de sus círculos.
La resolución final de la presente crisis no podra llevar a la reconstrucción de las condiciones vividas por las economias neoliberales antes de 2008 ni mucho menos conducir al retorno a un sistema socialdemócrata de tipo keynesiano. Deberíamos recordar que no hubo vuelta alguna al status quo precedente tras las dos grandes crisis de los años 30 y 70. Así pues, de esta crisis se irá o bien rumbo a una economía capitalista caracterizada por un substancial autoritarismo o bien hacia un largo periodo de transcendencia en relación con algunos de los elementos fundamentales del capitalismo. Nuestra visión respecto a la situación actual se puede sintetizar en las cuatro tesis que figuran a continuación.
La crisis que ha golpeado a Grecia no presenta carácter alguno de excepcionalidad. El relato que querría presentar a Grecia como un caso aislado y excepcional se funda en tres elementos interconectados entre sí. En primer lugar, la irresponsabilidad fiscal de los políticos griegos. En segundo lugar, la ligazón entre dicha irresponsabilidad y las dinámicas clientelares que afligen al sistema político griego. En fin, ya se trate de la irresponsabilidad de la clase política o de el extendido clientelismo, ello habría condcido a una incapacidad general del país para modernizarse. Todo esto debería llevar a una justificación de la austeridad fundada en la fábula calvinista cara a Angela Merkel según la cual los pecadores deben ser castigados por los errores cometidos en el pasado. Nuestra visión no podría estar más alejada de esta que acabamos de sintetizar. Grecia se encontraba, en el amanecer de la explosión de la crisis, completamente ubicada dentro de un planteamiento neoliberal, lo mismo desde el punto de vista económico que del político. El país venía compartiendo con los demás estados miembros los rasgos que caracterizan a las economías basadas en fundamentos neoliberales, así como todos los fracasos experimentados por estas mismas economías. Dicho de otro modo, la crisis griega es comprensible sólo si se la contempla como una manifestación de la crisis global del neoliberalismo antes que como una crisis debida a la incapacidad de aplicar, de modo eficaz, las recetas propias del mismo sistema neoliberal.
Estamos frente a una crisis global del neoliberalismo y del capitalismo.Nuestra segunda tesis queda confirmada por el hecho de que el epicentro de la crisis se localiza en los países más avanzados desde el punto de vista de la aplicación de las recetas neoliberales, más que en países ‘estatalistas’ como Francia o Grecia. Nuestra interpretación de la crisis, además, rechaza netamente la interpretación ortodoxa de acuerdo con la cual el mal funcionamiento de los sistemas económicos habría de atribuirse a razones exógenas al sistema mismo. Las raíces de la crisis están además ligadas a la incertidumbre e inestabilidad producidas endógenamente por el sistema capitalista en su repercusión.
La crisis ha puesto al desnudo la fragilidad del sistema político posterior a 2008. Tras una breve fase en la que los principales elementos que caracterizan el planteamiento neoliberal – la desregulación del sistema financiero, los superbonus de los gestores, los desequilibrios macroecnómicos entre países o los efectos del individualismo sobre la cohesión social – los han puesto en discusión las élites mismas, se ha producido una rápida y reinovada convergencia hacia el status quo ideológico. En ese contexto, la pregunta del millón de dólares ha sido: ¿por qué motivo la crisis de 2008 no ha sido aprovechada por la socialdemocracia, como una oportunidad para reafirmar las razones propias por encima de la ideología neoliberal? Nuestra hipótesis es que los socialdemócratas están atrapados en lo que Blyth definó en 2002 como ‘cognitive locking’ [‘bloqueo cognitivo’]. Después de tantos años de hegemonía cultura neoliberal, los socialdemócratas se encuentran con que ya no están en situación de ver el mundo desde otra perspectiva.
De la crisis actual no hay vuelta atrás. Nuestra tesis concluyente es que de la crisis que estamos experimentando no es posible volver atrás. Las vías posibles son dos. Un giro hacia una forma de capitalismo autoritario o una transcendencia de algunos de los elementos fundamentales del capitalismo. En el segundo caso se producirá un desvelamiento de los efectos corrosivos producidos por una visión de ingeniería de la economía en la que un único modelo es válido para todas las sociedades. El racionalismo tecnocrático hace de conceptos como la competitividad o la flexibilidad del mercado de trabajo elementos valorables de por sí y sobre cuya base todos los países quedan clasificados constantemente. Esta visión ha tenido un efecto demoledor sobre el estado de salud de las democracias occidentales. Y sobre la capacidad de construir un relato basado en las crecientes exigencias que provienen de los estratos más desfavorecidos de la sociedad. El vínculo fundamental entre la democracia y el funcionamiento del sistema economico tendrá, por lo tanto, que situarse en el centro de la respuesta de la izquierda a la presente crisis.
Euclides Tsakalotos (1960), actual ministro de Economía del gobierno griego y miembro del Comité central de Syriza, se formó como economista en la Universidad de Oxford y fue luego profesor en la Universidad de Kent entre 1989 y 1993, antes de regresar a Grecia e integrarse en la Universidad de Atenas. Christos Laskos es miembro de Syriza
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critica a lo planteado por otros autores:; se hará más adelante,...enalgun trabajo aparecerá, pr lógica de experiencia,...
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